El asqueroso vicio del perico
Para esa época mi amigo Joaquín ya se había consagrado en la escena española e internacional como un gran cantautor, nuestra comunicación era por correspondencia, semanalmente nos enviábamos cartas rimadas y con guiños muy cariñosos; él con los sucesos más importantes o notables de Europa, y yo sobre las vicisitudes que teníamos en América. Un día el diario para el que trabajaba tomó la decisión de cerrar la sección en la cual trabajaba y alegar que no era necesaria en el periódico, respeté la decisión, pero en mis adentros no entendía muy bien el por qué iban a suspender el complemento literario del diario, quizás porque en esos tiempos se veía venir el desinterés de las nuevas generaciones por la literatura. Tomé la decisión de irme un día a México, a la casa de Gabo y Mercedes, en vista de que no tenía un trabajo formal y que me habían liquidado decentemente, me fui una temporada. Un día Gabo me comentó que Joaquín iba a ir a visitarnos, tenía varias presentaciones en México po...